Marco Aurelio
8-09-2009
© nuestromundoysusdesafios
Mientras la lluvia de agosto caía incesante, el Presidente de la República tenía una terrible pesadilla en medio de la noche , …, la pesadilla se repetía una y otra vez los últimos meses, un tema crucial le tenía terriblemente preocupado. Faltaba poco tiempo para el final de su mandato y no se había hecho la foto que consideraba más importante, una foto con Fidel.
La situación le torturaba y no dejaba de darle vueltas; tengo una foto con Juan Carlos (el Rey de España, quien si no) y otra sonriendo con Zapatero (me costó ganarle en este aspecto al cabrón), tomadas durante una de las últimas y más aburridas reuniones a las que no había más remedio que asistir (Cumbre Latinoamericana); una foto con el Papa (Su Santidad, Benedicto XVI), … , y por una de sus giras de conferenciante tenía ya una foto con Felipe (por supuesto González) …; pero me faltaba esa foto –la más apreciada- que tantos de sus colegas latinoamericanos se habían hecho con Fidel (en ropa deportiva claro), y que afortunadamente Fidel sólo se hacía con Presidentes (eso se lo impedía a mi enemigo de izquierdas, aunque amigo de infancia en los Jesuitas y compañero de muchos fines de semana). ¡Acaso YO no tengo suficiente categoría!
Cuando le había comentado ese grave problema a uno de sus colegas en la última cumbre, éste le había dicho “Reelígete entonces, es lo que está de moda” (sic).
De forma compulsiva tomó el teléfono celular, y llamó a Vicente, su Canciller.
- Vicente, soy el Presidente.
El Canciller a duras penas y entre bostezos le respondió:
- Presidente son las cuatro de la mañana.
- Vicente, ¡no quiero excusas! Ya sabes que no puedo culminar mi mandato sin mi foto con Fidel, sería un gravísimo traspiés político. El traidor de Leonel (Fernández de República Dominicana) ya se la ha hecho y siempre me dijo que estábamos juntos en esto. ¿Cómo llevas el tema?
- Presidente ya teníamos resuelto el tema con Felipe Ramón (Pérez Roque), pero no te preocupes, ya lo tengo muy avanzado con su sustituto Bruno Rodríguez para el próximo mes.
- Pero ten todo bien amarrado, ya viste lo que le pasó a Álvaro (Colom de Guatemala), que no consiguió ni verle en tres días, y eso que iba con una condecoración (Orden del Quetzal en Grado de Gran Collar). No sabes lo mal que lo pasó, estaba deprimidísimo en la Cumbre, y la prensa canallesca y conspiradora de su país no le perdonó.
Tras un breve respiro el Presidente prosiguió.
- Serán conscientes en Cuba de que ya estamos votando en la ONU en contra de su condena en la Comisión de Derechos Humanos, y me imagino que les habrás contado que sufrí lesiones en las manifestaciones durante los gobiernos militares de nuestro país.
Vicente apenas pudo llegar a contenerse la risa; la única lesión que había tenido el Presidente en aquella época había sido en una fiesta de final de año en el Club de Golf, con un esguince cuando se resbaló por un exceso etílico. Él lo sabía bien porque eran amigos desde aquella época.
- Por supuesto Presidente, todo se les ha puesto de manifiesto.
- ¡Coooño!
- ¿Sí Presidente?
- Disculpa Vicente, me salió una de las palabras que practico en mis clases de “cubano” para causar buena impresión. Pero recuerda que la visita a Fidel es con foto, que no me pase lo que al obispo de Paraguay (Fernando Lugo), a Evo (Morales) o a Daniel Ortega, que no tienen la foto con Fidel en ropa deportiva, … Es una orden presidencial. ¡Quiero una foto con Fidel, carajo!
- Tranquilo Presidente, está todo previsto, y en caso de que falle porque Fidel esté indispuesto, te haríamos una foto en el Hotel Meliá de La Habana con un empleado del hotel, pero que tiene toda la apariencia de un disidente. O con foto con Fidel, o como defensor de los derechos humanos; siempre volverías con éxito.
- Vicente ¡no me chingues!, o foto o te destituyo.
…
Hasta aquí la parte chusca de este nuevo artículo del Blog, pero que pretende reflejar el frenesí con el que diferentes mandatarios de Latinoamérica se han lanzado a visitar a Fidel Castro desde su grave enfermedad.
A los “clásicos” Daniel Ortega, Evo Morales, Hugo Chávez –primero en el ranking, y sus buenos cientos de millones de dólares, perdón de los venezolanos, le cuesta- y Nicolás Correa, se han unido los Manuel Zelaya y Fernando Lugo, nuevos cortesanos del mundo bolivariano. A estos personajes poco les importa que desde hace 50 años no haya elecciones ni democracia en Cuba y que exista en cambio una cruel dictadura, y que los escasos opositores que permanecen en el país sufran persecución y cárcel; deben pensar que se lo merecen como sicarios del Imperio.
Sorprende que junto a ellos, y algunos dirigentes de los últimos países comunistas –no en lo económico- como China y Vietnam, hayan desfilado por Cuba dirigentes de países que han superado dictaduras que impedían ser libres para elegir a quienes les gobernaban -50 años llevan sin votar en Cuba y nada ha cambiado-, como el brasileño Lula da Silva, la chilena Michelle Bachelet, la argentina Cristina Fernández de Kichner, Leonel Fernández de la República Dominicana –los anteriores con el “éxito” de su reunión y foto con Fidel- y Álvaro Colom de Guatemala. Éste último como alma en pena en La Habana durante varios días, para intentar darle a Fidel Castro la condecoración que le había otorgado y nunca pudo entregar personalmente; tal vez debiera explicar mejor a sus compatriotas cuales han sido las grandes aportaciones de Fidel Castro a Guatemala, que le hayan hecho merecedor de la más importante condecoración del país en su máximo grado.
Y sorprende no sólo porque para la dictadura cubana es una reafirmación de su propia existencia, y un aval y reconocimiento moral explícito, sino porque una de las condiciones que impone el Régimen para que éste otorgue el máximo reconocimiento de Cuba -que ahora es una foto con Fidel- es que los mandatarios desconozcan a la oposición cubana de la isla, y no le den la mínima y humana oportunidad de que pueda expresarse.
En el subconsciente de muchos latinoamericanos (y españoles), en la opinión y en la actuación, pesan mucho más los aspectos románticos de la revolución cubana, y la música que tatareaban en su juventud, que la triste realidad de Cuba. Que eso ocurra puede ser disculpable para muchas de estas personas que añoran su juventud, pero es imperdonable para políticos que presumen de democráticos.
Cristina Fernández de Kichner debiera conocer –evidentemente lo conoce-, que existe un movimiento de mujeres que reclaman la libertad de sus maridos y familiares –Las Damas de Blanco-, presos sólo por delitos de opinión con hasta veinte años de cárcel, que guardan un paralelismo con las Madres de Plaza de Mayo. Leonel Fernández no debería olvidar que en el año 1959 fracasó un intento militar desde Cuba para replicar el régimen comunista cubano en la República Dominicana, que hubiera sumido a su país en la pobreza absoluta y en la tiranía.
Todos regalamos adulación a los fuertes y aceptamos la adulación de los débiles (Cabrera Infante).
pura basura....
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