Políticos Chapulines. Ricardo Monreal.
Marco Aurelio
29-08-2009
© nuestromundoysusdesafios
De viaje por la Ciudad de México, un buen amigo pidió, en uno de los buenos restaurantes de comida mexicana, unos chapulines, que son, junto a los escamoles –huevos de hormiga-, y los gusanos de maguey, lo más exótico de la excelente comida mexicana.
Los chapulines son los saltamontes de España, aunque de una especie distinta, y me recordaban en la forma a los de la película Bichos. Realmente una vez traspasado el umbral de la curiosidad, e incluso de una cierta aprensión, resultan muy sabrosos.
El día anterior había visto en la televisión a uno de los fenómenos actuales de la política mexicana; a Juanito, una persona humilde, con participación durante muchos años en movimientos ciudadanos de izquierda y devenido recientemente en político, con una cinta en la frente y con traje. Juanito había ganado las elecciones por el Partido del Trabajo para una delegación en la Ciudad de México, la de Iztapalapa con casi dos millones de habitantes, y uno de los emblemas de la izquierda mexicana.
También había leído que Ricardo Monreal líder de los senadores del Partido del Trabajo, le solicitaba –realmente le exigía- que cumpliera con el compromiso de Juanito de ceder su puesto a una de las personas de Andrés Manual López Obrador, el político que había ocupado impunemente el bello Paseo de la Reforma durante varios meses, desconociendo su derrota.
Al preguntarle a mi amigo por Ricardo Monreal y por todo ese embrollo me contó que había estado primero en el PRI, como presidente en su estado y Senador, y que al no ser candidato para gobernador por Zacatecas por el PRI se pasó al PRD, y finalmente para garantizarle puestos electorales a su familia había hecho campaña a favor del PT a pesar de competir con el PRD. Todo ello también a pesar de que había sido elegido senador por el PRD poco antes de este acto de digamos … ¿traición?, y que ese liderazgo en el Senado del PT por tanto lo ejercía desde una curul inicialmente del PRD.
Sin entrar en la sopa de letras que intentó explicarme rápidamente, me sorprendió que un fenómeno que en España los electores castigaban tan duramente, como es el del transfugismo político, - casi con el fin de una carrera política-, fuera algo tan sencillo y normal en la política mexicana.
Comencé a pensar en lo cínico que resultaba que el senador del PT, no obstante haber sido elegido por el PRD, tuviera el cinismo de reclamarle como traición lo que el mismo había hecho de forma tan “natural”… Tal vez el Senador pensaría que este tipo de actuaciones sólo se reservan sin mácula –en definitiva para el bien de la República-, para los políticos profesionales.
Los tránsfugas, …, saltarines de trapecio en trapecio, de partido en partido, … Pensé por un momento en el taco de chapulines que estaba saboreando, y me dije a mi mismo …
¡Claro! Es que en México no son tránsfugas …, son Políticos Chapulines.
(Ya en los postres con unas crepas de cajeta, y un café americano –el tequila curiosamente nos lo habíamos tomado al principio-, mi amigo me contó que hay casos con más recorridos –perdón saltos de Chapulín- que el de Ricardo Monreal, como el de Porfirio Muñoz Ledo, político, cuyos trazos biográficos me llamaron poderosamente la atención, con al menos cinco partidos políticos o el de Alejandro Gertz Manero con cuatro, recientemente elegidos ambos diputados al Congreso de la Unión).
Marco Aurelio
29-08-2009
© nuestromundoysusdesafios
De viaje por la Ciudad de México, un buen amigo pidió, en uno de los buenos restaurantes de comida mexicana, unos chapulines, que son, junto a los escamoles –huevos de hormiga-, y los gusanos de maguey, lo más exótico de la excelente comida mexicana.
Los chapulines son los saltamontes de España, aunque de una especie distinta, y me recordaban en la forma a los de la película Bichos. Realmente una vez traspasado el umbral de la curiosidad, e incluso de una cierta aprensión, resultan muy sabrosos.
El día anterior había visto en la televisión a uno de los fenómenos actuales de la política mexicana; a Juanito, una persona humilde, con participación durante muchos años en movimientos ciudadanos de izquierda y devenido recientemente en político, con una cinta en la frente y con traje. Juanito había ganado las elecciones por el Partido del Trabajo para una delegación en la Ciudad de México, la de Iztapalapa con casi dos millones de habitantes, y uno de los emblemas de la izquierda mexicana.
También había leído que Ricardo Monreal líder de los senadores del Partido del Trabajo, le solicitaba –realmente le exigía- que cumpliera con el compromiso de Juanito de ceder su puesto a una de las personas de Andrés Manual López Obrador, el político que había ocupado impunemente el bello Paseo de la Reforma durante varios meses, desconociendo su derrota.
Al preguntarle a mi amigo por Ricardo Monreal y por todo ese embrollo me contó que había estado primero en el PRI, como presidente en su estado y Senador, y que al no ser candidato para gobernador por Zacatecas por el PRI se pasó al PRD, y finalmente para garantizarle puestos electorales a su familia había hecho campaña a favor del PT a pesar de competir con el PRD. Todo ello también a pesar de que había sido elegido senador por el PRD poco antes de este acto de digamos … ¿traición?, y que ese liderazgo en el Senado del PT por tanto lo ejercía desde una curul inicialmente del PRD.
Sin entrar en la sopa de letras que intentó explicarme rápidamente, me sorprendió que un fenómeno que en España los electores castigaban tan duramente, como es el del transfugismo político, - casi con el fin de una carrera política-, fuera algo tan sencillo y normal en la política mexicana.
Comencé a pensar en lo cínico que resultaba que el senador del PT, no obstante haber sido elegido por el PRD, tuviera el cinismo de reclamarle como traición lo que el mismo había hecho de forma tan “natural”… Tal vez el Senador pensaría que este tipo de actuaciones sólo se reservan sin mácula –en definitiva para el bien de la República-, para los políticos profesionales.
Los tránsfugas, …, saltarines de trapecio en trapecio, de partido en partido, … Pensé por un momento en el taco de chapulines que estaba saboreando, y me dije a mi mismo …
¡Claro! Es que en México no son tránsfugas …, son Políticos Chapulines.
(Ya en los postres con unas crepas de cajeta, y un café americano –el tequila curiosamente nos lo habíamos tomado al principio-, mi amigo me contó que hay casos con más recorridos –perdón saltos de Chapulín- que el de Ricardo Monreal, como el de Porfirio Muñoz Ledo, político, cuyos trazos biográficos me llamaron poderosamente la atención, con al menos cinco partidos políticos o el de Alejandro Gertz Manero con cuatro, recientemente elegidos ambos diputados al Congreso de la Unión).
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Nota del Editor. Cerca de los dos meses de vida, y un buen número de artículos, nos ha parecido adecuado reeditar artículos que son "antiguos", no por la fecha de los mismos, sino porque la audiencia y seguimiento de Nuestro Mundo y sus desafíos en la fecha de su publicación, nada tiene que ver con la realidad actual, y siguen siendo artículos que no han perdido actualidad, por lo que vamos a realizar cada semana una reedición de cara a nuestros lectores.
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